El presidente Donald Trump revocó una orden emitida por su predecesor, Joe Biden. Esta orden obligaba a Estados Unidos a garantizar que las armas vendidas en el extranjero no se utilizaran en violaciones del derecho internacional humanitario. Esta decisión sobre Trump y las armas, reportada por el Washington Post, generó reacciones encontradas en el Congreso y entre expertos en derechos humanos.
La orden, conocida como NSM-20, fue implementada por Biden en febrero de 2024. Esto ocurrió en medio de la polémica por el uso de armas estadounidenses en la ofensiva israelí en Gaza. La directiva exigía a los países receptores de ayuda militar proporcionar garantías “creíbles y fiables” de que respetarían los derechos humanos.
El informe polémico y su impacto
En mayo de 2024, un informe basado en la NSM-20 criticó el uso de armas estadounidenses por parte de Israel en Gaza. Señalaba que era “razonable creer” que se habían utilizado de manera incompatible con el derecho internacional humanitario. Sin embargo, el informe no llegó a conclusiones definitivas debido a la falta de información suficiente.
El documento también evaluó los envíos de armas a países como Colombia, Irak, Kenia, Nigeria, Somalia y Ucrania,. Esto generó tensiones diplomáticas y debates sobre el papel de Estados Unidos en conflictos internacionales.
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Reacciones a la orden sobre armas por Trump
La decisión de Trump fue celebrada por el senador republicano Jim Risch, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores. Risch calificó la revocación como una “excelente noticia”. Argumentó que la NSM-20 estaba diseñada para “satisfacer a la izquierda progresista” y “avergonzar a Israel”. Según él, su eliminación fortalecería la seguridad de Estados Unidos y sus aliados.
Christopher Le Mon, exfuncionario del Departamento de Estado bajo Biden, criticó la medida. Afirmó que envía una señal de que a la administración Trump “no le importa cómo se utilizan las armas estadounidenses, por ilegal o inmoral que sea”.
Implicaciones de la revocación
La eliminación de la NSM-20 marca un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos respecto a la venta de armas. Mientras que algunos ven esta decisión como una forma de fortalecer las alianzas y la seguridad nacional, otros la consideran un retroceso en los esfuerzos por garantizar que las armas estadounidenses no contribuyan a violaciones de derechos humanos en conflictos internacionales.
Esta medida también podría tener repercusiones en las relaciones de Estados Unidos con países que han sido criticados por el uso de armas en conflictos. Además, afectará la percepción global de la política exterior estadounidense.