En medio de tensiones geopolíticas y disputas comerciales, los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (G7) se reúnen esta semana en el Parque Nacional de Banff, en el oeste de Canadá, con una agenda dominada por dos temas candentes: la guerra en Ucrania y la escalada arancelaria impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Desde este martes y hasta el jueves, los responsables económicos de Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia buscarán hallar puntos de acuerdo en un contexto de creciente fragmentación dentro del propio bloque. A la mesa se suma un invitado clave: Ucrania, cuyo ministro de Finanzas, Sergii Marchenko, participará activamente en los diálogos con el objetivo de reforzar la presión internacional sobre Rusia.

Guerra en Ucrania: más sanciones en la mira
La presencia ucraniana no es meramente simbólica. Marchenko pretende aprovechar el foro del G7 para impulsar una agenda centrada en nuevas sanciones contra Moscú, en particular apelando al respaldo de Estados Unidos, actor clave en la respuesta occidental a la invasión rusa.
La coyuntura es crítica: mientras las tropas rusas intensifican sus operaciones en el este ucraniano y se prolonga la guerra que ya supera los tres años, Kiev necesita más que apoyo militar: requiere asistencia financiera sostenida y medidas económicas que debiliten aún más a la economía rusa.
“Esta cumbre es una oportunidad para enviar un mensaje claro de unidad contra la agresión rusa”, comentó una fuente diplomática europea cercana a la organización del encuentro.
Trump reconfigura el tablero comercial del G7
Si bien la guerra en Europa del Este es una preocupación constante, la gran fuente de fricción dentro del G7 proviene de uno de sus propios miembros. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su renovada política proteccionista ha resquebrajado el equilibrio económico del grupo. En abril, el republicano anunció aranceles generalizados a las importaciones, sacudiendo los mercados globales y generando alarma entre sus aliados tradicionales.
Aunque Trump pausó temporalmente esas medidas tras llegar a un acuerdo bilateral con el Reino Unido, el nivel de aranceles vigente hoy supera con creces el que existía al inicio de su segundo mandato. Esto ha elevado los temores de una desaceleración en el crecimiento económico mundial, al encarecer las cadenas de suministro y restringir el flujo comercial.
“Este será un G7 inusual”, advirtió Ananya Kumar, investigadora del Atlantic Council. “La agenda está marcada por una creciente desconfianza entre los socios, especialmente por el unilateralismo comercial de Estados Unidos”.
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Scott Bessent: el interlocutor de equilibrio
La figura que concentra la atención en Banff es el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. Considerado uno de los funcionarios más moderados dentro del gabinete de Trump, Bessent ha sido clave en la reciente distensión comercial con China, que permitió desmantelar una parte de los aranceles punitivos impuestos durante la guerra comercial entre ambas potencias.
“Ha demostrado que puede ser la figura razonable del gobierno de Trump”, afirmó el economista Carl Weinberg, de High Frequency Economics.
Según voceros del Departamento del Tesoro, Bessent buscará orientar la discusión hacia los “desequilibrios y prácticas comerciales desleales” tanto dentro como fuera del G7, con un énfasis particular en el exceso de producción china, fenómeno que Washington quiere ver condenado en un comunicado conjunto.
Banqueros centrales en el debate
El cónclave económico contará también con la participación de los jefes de los bancos centrales del G7, quienes intercambiarán opiniones sobre la inflación persistente en algunas economías, los riesgos financieros globales y la necesidad de mantener la estabilidad monetaria en un entorno de incertidumbre creciente.
Entre los temas que se prevé discutir destacan las tasas de interés, el fortalecimiento de los mecanismos de cooperación financiera multilateral y la financiación de la reconstrucción ucraniana a mediano y largo plazo.
A pesar de las divisiones, el G7 continúa siendo un espacio clave para la articulación de políticas económicas globales. Sin embargo, la cumbre en Banff deja en evidencia los desafíos que enfrenta este foro en una era marcada por la competencia estratégica entre potencias, los nacionalismos económicos y los conflictos prolongados.