En un giro positivo respecto a sus estimaciones anteriores, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó al alza su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana en 2025, anticipando un leve avance de 0.4% en el Producto Interno Bruto (PIB), alejando así el escenario de recesión que había previsto en marzo pasado, cuando calculaba una contracción de 1.3%.
La mejora en la proyección obedece a una combinación de factores: menor inflación, bajo desempleo, expectativa de reducción de tasas de interés, así como un posible alivio en la incertidumbre comercial si se logra una renegociación ágil del acuerdo bilateral con Estados Unidos, principal socio económico de México.
México evita la contracción, pero avanza con cautela
El nuevo escenario, contenido en el informe semestral “Economic Outlook” publicado este martes 3 de junio, muestra que México podría esquivar la recesión gracias a un consumo que se mantiene activo, impulsado por la estabilidad del empleo y una menor presión inflacionaria.
Sin embargo, la OCDE advierte que las expectativas económicas continúan siendo frágiles debido a la elevada exposición del país al mercado estadounidense y a las tensiones comerciales derivadas del uso de aranceles como herramienta política.
Proyecciones en contraste: OCDE vs. Banxico y analistas
La previsión de 0.4% de crecimiento para este año contrasta significativamente con la proyección del Banco de México (Banxico), que recientemente ajustó su estimado a una expansión de apenas 0.1%, con un rango de posible desempeño que va desde una caída de -0.5% hasta un máximo de 0.7%. A su vez, la encuesta de Citi, realizada entre 34 analistas, coincide con el pronóstico más conservador de Banxico.
Al interior del Banco Central, los integrantes de la Junta de Gobierno han reconocido que esas cifras reflejan un estancamiento de la actividad económica, situación que, pese a no ser recesiva, sí implica una desaceleración preocupante.
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Estados Unidos: Desaceleración y efecto dominó
El informe también señala que Estados Unidos —cuyo desempeño económico tiene un peso determinante en la economía mexicana— enfrentará una desaceleración más aguda, con un crecimiento previsto de 1.6% para 2025 y de 1.5% para 2026.
Las causas de esta desaceleración, según la OCDE, incluyen el endurecimiento de las políticas comerciales, la aplicación de nuevas tarifas, menor inversión y una “significativa desaceleración en la llegada de inmigrantes”, lo cual afectaría directamente la disponibilidad de mano de obra y, en consecuencia, la productividad.
En todos los análisis por país incluidos en el informe —que abarca a 54 economías—, la OCDE dedica al menos un apartado a explicar cómo las tarifas estadounidenses impactan directa o indirectamente a sus socios comerciales.
Inflación y gasto: Luces y sombras
Para México, la OCDE estima que la inflación cerrará este año en 3.4%, con una disminución adicional a 3.2% en 2026. Aunque esto representa una mejoría, se mantiene por encima de la meta puntual de 3% que plantea Banxico para el próximo año.
El organismo multilateral también anticipa que la inversión pública se mantendrá moderada, ya que el gobierno mexicano busca contener el déficit fiscal, el cual se espera que cierre en 3.5% del PIB, por debajo del 3.9% comprometido por la administración de Claudia Sheinbaum, y del 4.9% heredado del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
En contraste, se proyecta que la inversión privada podría experimentar una ligera recuperación, gracias a un entorno de tasas de interés más bajas que incentive proyectos productivos.
2026: Un panorama más alentador, pero aún incierto
Para el año 2026, la OCDE proyecta un crecimiento de 1.1% para México, mejorando la estimación anterior de -0.6% que había emitido en marzo. Este nuevo cálculo supera la expectativa de 0.9% de Banxico, pero está por debajo del 1.5% que esperan los analistas financieros consultados por Citi.
Este repunte sería consecuencia de un entorno financiero más estable, una posible reactivación del comercio exterior y el impulso de la economía estadounidense, aunque en un contexto global todavía marcado por tensiones políticas, incertidumbre geopolítica y desafíos migratorios.