DollHouse: Muñeca Maldita no es solo una muestra del terror japonés contemporáneo. Se trata de una experiencia visual en la que los símbolos, las creencias y el momento de la vida son eje para sentir el escalofrío de este filme.
Se trata de la película más reciente de Shinobu Yaguchi, cineasta conocido por One Piece! (1999), Swing Girls (2004), Happy Flight (2008) o Dance with me (2019). Sin embargo en este nuevo proyecto fílmico se aleja de los mensajes de superación y el mundo de color en una apuesta que rinde homenaje a las tradiciones.
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¿De qué trata la película de terror Dollhouse: Muñeca maldita?
Masami Nagasawa interpreta a Kae Suzuki, una madre que, tras una desatención de unos cuantos minutos, su vida da un giro. Las risas que se escuchaban llegan a su fin cuando al volver a su hogar no encuentra a su hija; ella ganó el juego de las escondidillas, pero perdió la vida.
La madre vive su duelo y un día encuentra una muñeca antigua en venta. La lleva a casa y la ayuda a superar sus días de dolor, aunque sin saber que eso le traería días más oscuros que los que ya ha visto.
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¿Por qué vale la pena verla ver esta película de J-Horror?
Dollhouse: Muñeca Maldita impacta de una forma personal al emplear no solo jump scares, también a través de su narrativa conecta con el público por el dolor que enfrentan las familias. La interpretación de Masami Nagasawa se trata de una pieza central porque transmite el dolor de una madre por la pérdida de su hija así como su impotencia, pero también la desesperación por ver cómo nadie cree en ella.
Gracias a la escritura del guion hay momentos en los que incluso el espectador cuestiona la realidad y lo fantástico hasta al grado de pensar que se trata de un thriller psicológico. Dudas de la madre a pesar de que atestiguas lo mismo que ella, lo que te hace sentir inseguridad e inquietud.
Dollhouse: Muñeca Maldita es una película que no demuestra la fama que tienen las películas de terror japonés. También hace un homenaje a cintas mainstream, la cultura popular y por supuesto los clásicos del séptimo arte. Es imposible que en los últimos minutos uno deje de pensar en Ringu (1998) y algunos de las características para romper la maldición.
Si bien la historia se vuelve predecible por la forma en que ocurren las diversas situaciones que rodean a la familia, el final se vuelve en una explosión de cortes que llevan al espectador a dudar nuevamente de lo que pasa y lo que ve. Si bien la última secuencia cierra la incertidumbre sobre lo que pasó, deja el espacio necesario para que la conclusión permanezca abierta para todas las personas.
El terror de Shinobu Yaguchi no solo se refleja en la muñeca que nos remonta al periodo Edo, también se plasma a través del terror psicológico que viven los personajes y el vacío perceptible en el cuerpo una vez que la pantalla pasa a negro. Es el terror de unos padres de perder lo que les da sentido y cómo el miedo ocupa el vacío en sus vidas.
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