El Premio Juan Carlos Onetti 2021 representó un parteaguas en la vida de la escritora uruguaya Gabriela Escobar Dobrzalovski. No solo por lo que representa un reconocimiento, sino porque permitió que Si las cosas fuesen como son saliera a la luz.
Su obra aborda la historia de una joven que regresa a vivir con su madre tras una separación. En ese espacio íntimo, en un barrio apartado de la ciudad, los cuerpos y las psíquicas se confunden: madre e hijos se funden hasta parecer una criatura única.
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Lo que se intenta sea una paz y consuelo se convierte en una pesadilla dado el entorno familiar y la opresión. La narradora oscila entre la necesidad de devorar y la urgencia de tomar distancia. En medio de esa tensión surge Laura, una vecina con quien la protagonista entabla un amorío silencioso, extraño, que se sostiene en la fragilidad de los encuentros furtivos. La novela dibuja así un mundo pequeño que se vuelve escenario de las tensiones entre maternidad, deseo y libertad.
Gabriela Escobar Dobrzalovski, una autora transformadora
El Premio Juan Carlos Onetti le llegó como una sorpresa: “Fue la primera vez que participaba en un concurso, recién había terminado la novela y la envié casi sobre la fecha”, recordó en entrevista.
Su obra Si las cosas fuesen como son irrumpió así en el panorama literario latinoamericano como una revelación, consolidando una voz que explora las complejidades de los vínculos familiares, el deseo y la memoria.
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La novela, publicada poco después del reconocimiento, recorrió distintos escenarios críticos. Medios como Le Monde des Livres destacaron su “prosa contenida, que parece narrar desde un susurro, pero en cada línea abre un abismo”.
Babelia, de El País, la definió como “un relato feroz sobre lo que significa habitar el cuerpo, la maternidad y el desarraigo”. Mientras la crítica italiana celebró la forma en que la autora “lleva la intimidad al límite de lo político, construyendo una narradora tan perturbadora como magnética”.
Si las cosas fuesen como son
Gabriela Escobar Dobrzalovski enfatizó enentrevista la ambigüedad de los lazos de la narradora con la Tumbona, su madre, así como la de esta con sus hijos.
“Me gusta pensar en cuerpos y psíques mezclados. La narradora se siente tentada a formar un solo cuerpo con sus hijos, pero también se distancia de ellos, porque solo en ese movimiento puede nombrarlos”, comentó.
Gabriela Escobar Dobrzalovski logra mostrar en Si las cosas fuesen como son que las obras no se limitan a la geografía de lo personal, sino que conecta con una sensibilidad universal: la de reconocernos en la fragilidad de los afectos.
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