El mexicano Jesús Castro llegó a Estados Unidos como migrante en busca del sueño americano. En su maleta no solo había ropa y los recuerdos de lo que dejaba del otro lado del Río Bravo, sino de esperanza.
Su anhelo de una mejor vida, de una superación, de querer salir adelante no solo como los hermanos paisanos, sino algo más. Ese deseo se convirtió en JC Hats, que en 10 años logró lo inimaginable como vestir a íconos de la moda y aparecer hasta en Arabia Saudita.
Fue entre turnos como mesero y noches de promotor en clubes, donde comenzó a gestarse la visión que hoy se traduce en un emporio de identidad cultural.
“Si cien puertas se cierran, toco otras cien”, sostiene el empresario, quien convirtió esa frase en un manifiesto de vida.
Después una década es que no solamente ya regresó a México, sino su marca también abrió una nueva sede en uno de los lugares más atractivos para las inversiones internacionales, Zapopan. Jalisco, en los últimos años, ha despuntado en su economía no solo por su ubicación geográfica estratégica, sino por el apoyo que el gobierno le da a los empresarios, como es el caso de Jesús Castro.
A lo largo de 10 años, el mexicano convirtió a JC Hats en un puente. Esto gracias a que extiende diálogos con el lujo y raíz, el escenario y la calle, la cultura popular y la sofisticación del diseño, así como de la esencia de lo que es México y la mirada cosmopolita.
Jesús Castro convierte a JC Hats en una “familia”
El mexicano sostiene que algo que diferenció a su casa de otras es que no la construyó como si fuera una marca más, sino con el sentido de construir una familia. Es decir, un espacio donde todas las colaboraciones se comuniquen y aporten de su visión para crear algo único.
Tal fue el caso de la alianza que hizo con Luis R. Conriquez, que creó una colección en un tema dedicado a Saúl “Canelo” Álvarez que se agotó en cuestión de minutos. Gracias a que apareció en Arabia Saudita durante una pelea del campeón mundial, consolidó su espacio en el mercado.
Eduardo Barajas, vocalista de Enigma Norteño, sostiene que la marca ha sabido construir relaciones que van más allá del marketing: vínculos de respeto, lealtad y visión compartida.
Esa autenticidad ha resonado especialmente entre la Generación Z, donde JC Hats ha logrado convertirse en un sello de pertenencia. El caso de Tito Double P lo confirma: su línea vendió 10 mil unidades en apenas 12 minutos.
Las colaboraciones de Jesús Castro se extienden a trabajos especiales con Enigma Norteño y Natanael Cano, este último uno de los grandes exponentes y pioneros de los corridos tumbados.
“Hay muchos gorreros que me dicen: ‘yo empecé gracias a ti’. Eso me honra, pero también me compromete. La clave está en la constancia y en no olvidarte nunca de dónde vienes”, afirmó a través de un comunicado.
Jesús Castro, como un CEO cero convencional, atrevido y revolucionario, no solo inspira a cientos de emprendedores latinos, sino a los migrantes mexicanos que buscan cumplir sus sueños. Jesús luchó con JC Hats y si 100 puertas se le cerraron, a la 101 o 102 su historia cambió. Hoy su mensaje es claro: no te rindas cuando sigues tus sueños.
