En el corazón gastronómico de Polanco, entre el lujo y la sofisticación del Hotel Intercontinental de Grupo Presidente, emerge Amaral, un restaurante que evoca la auténtica esencia de España. Borja Ferrero Soto, director de Restaurantes de Marca del Grupo Presidente para la Ciudad de México, define este espacio como “un fine dining español”, una propuesta que busca transportar a los comensales a las costas del Mediterráneo y a las calles de Madrid en cada platillo.
“Nos dimos cuenta de que en nuestros restaurantes hacía falta la comida española. Es una gastronomía que ha sido muy bien aceptada en todo el mundo, y quisimos traerla a México con el sello del Grupo Presidente: elegancia, calidad y autenticidad”, comenta Ferrero Soto.
El concepto de Amaral está diseñado para ofrecer una experiencia culinaria refinada, pero cercana. Entre sus especialidades, Borja destaca dos joyas del menú: el bikini de jamón ibérico, queso Idiazábal y trufa fresca rallada, una reinterpretación gourmet del clásico sándwich español, y los arroces de la casa, resultado de una colaboración con la reconocida arrocería madrileña ST. James. “Tenemos ocho tipos de arroces distintos, todos elaborados bajo la marca ST. James, y con un estilo clásico, con socarrat y hechos a la brasa”, detalla el chef.

Sin embargo, Amaral no solo conquista por su gastronomía. Su coctelería de autor y su extensa cava de vinos se suman al encanto. “Contamos con la cava más grande de Latinoamérica, con más de veinte mil etiquetas. Tenemos desde un Albariño de Rías Baixas hasta un Matarromera o un Arzuaga. Es un verdadero recorrido por las denominaciones de origen de España”, afirma con orgullo.
La experiencia Amaral también se aprecia con la vista. Su arquitectura es, en palabras de Ferrero Soto, “una maravilla, una obra que muy pocos restaurantes en Polanco pueden presumir”. Los materiales, la iluminación y el diseño interior dialogan con la calidez del servicio y el carácter de su cocina.
Para Borja, sin embargo, el mayor secreto de Amaral no está solo en sus recetas, sino en su gente. “El equipo es lo más importante. Este no es un negocio de máquinas, sino de seres humanos. Hacemos experiencias, no tornillos. Y si un cliente entra con una sonrisa, queremos que se vaya con dos”. Su visión humanista se extiende a la gestión del talento, al que describe como una gran familia. “Llevo 23 años en este sector, 16 de ellos en cocina. Intento cuidar mucho a mis equipos. Mis cocinas son familias, y eso se nota en el resultado final”.
Para quienes aún no han visitado Amaral, Borja lanza una promesa: “Queremos que, al probar nuestros platillos, se sientan como si estuvieran en Madrid o en el País Vasco. Que cada bocado los transporte a España”.
Con una propuesta culinaria que combina autenticidad, técnica y pasión, Amaral se consolida como un punto imperdible para los amantes del buen comer en la Ciudad de México. Un rincón español en Polanco donde el arte del sabor encuentra su máxima expresión y que se gana nuestra distinción de Mundo Gourmet de esta edición.
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