Durante la segunda marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, celebrada este domingo en el sur de la capital, diversos negocios colocaron letreros en sus fachadas para dejar claro que forman parte de la comunidad. Con mensajes como “Negocio familiar mexicano” y “Urge regulación de vivienda”, intentaron evitar daños. Además de desmarcarse del fenómeno inmobiliario que ha generado tensión en varias colonias.
A diferencia de la primera movilización, donde se registraron destrozos a locales en la colonia Roma, esta vez la protesta recorrió zonas como Fuentes Brotantes y El Caminero, donde pequeños comerciantes buscaron visibilizar su origen local y su arraigo en el barrio.
Vecinos denuncian desplazamiento por megaproyectos
Uno de los puntos de mayor inconformidad fue el desarrollo de viviendas en Fuentes Brotantes 134. Habitantes de Santa Úrsula Xitla acusaron que este proyecto representa una amenaza ambiental y social, al prever el consumo de más de 100 mil litros de agua diarios y la destrucción de áreas naturales cercanas como el Ajusco o el Bosque de Tlalpan.
La consigna principal de la marcha fue clara: “Vivienda para vivir, no para invertir”. Entre pancartas, se repitieron frases que señalaban a compradores extranjeros como parte del problema, en un contexto donde el acceso a la vivienda se vuelve cada vez más complicado para los habitantes históricos de la ciudad.

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Segunda marcha anti gentrificación: Saldo blanco y resguardo policial
La Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegó decenas de elementos para acompañar el trayecto y prevenir incidentes. Aunque el contingente buscaba llegar a la caseta de Cuernavaca, fue encapsulado antes de alcanzar su destino. La autoridad reportó saldo blanco y cerró parcialmente la circulación en Insurgentes Sur, además de suspender el servicio del Metrobús entre Ciudad Universitaria y El Caminero.
Alza de precios genera mayor tensión
Según datos de Capterra, el 95 % de los consumidores ha notado un aumento en los precios. Esta percepción, sumada a la crisis inmobiliaria, genera malestar generalizado y una nueva exigencia ciudadana: frenar la especulación y proteger el tejido social de los barrios.
Mientras tanto, los negocios locales se mantienen en una posición compleja que ellos expresan: deben proteger su sustento sin ser vistos como parte del modelo económico que está transformando la ciudad sin su consentimiento.
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